¿Qué tejidos y materiales debo buscar cuando compre?

2023-01-05 16:38:31 By : Mr. Harry Sun

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Cuando voy de compras intento saber quién y dónde se han hecho esas prendas. Lo primero no hay manera segura de saberlo, lo segundo consta en la etiqueta. También me fijo mucho en la composición del artículo. ¿Cuáles son los tejidos más responsables con el medio ambiente? Nuestra jefa, Marta D. Riezu, responde.

El material de una prenda es una variable importantísima a la hora de decidir la compra. Además del patronaje (cómo está cortada y confeccionada, si sienta bien, sus proporciones), la composición da una pista definitiva de cómo resistirá el paso del tiempo ese artículo -siempre que lo tratemos como es adecuado, especialmente evitando secadoras, lavados a temperatura alta y planchados kamikaze-. El tejido es un factor clave a la hora de decidir la compra y verla como una inversión. Algunos tejidos tienen precios altos, pero también justifican su valor en el gran placer que aporta vestirlos. Aprovecho para recordar que ‘bello’ o ‘de calidad’ no siempre equivale a respetuoso con el medio y los animales. Uno es un asunto estético, el otro es ético.

+ Buena elección: Todas las fibras recicladas creadas exclusivamente con material de desecho, como el algodón reciclado o el poliéster reciclado. Mejor si la etiqueta incluye la marca que respalda el proceso: Circulose, NuCycl by Evrnu, Liva Reviva, Textloop…

+ Buena elección: Fibras vegetales con bajo impacto medioambiental. El lino orgánico requiere poca agua y crece incluso en suelos de baja calidad. Es resistente, ligero, envejece de maravilla (se vuelve cada vez más bonito) y si no se tiñe es totalmente biodegradable. El cáñamo es otro tejido versátil, termorregulador, pide poca agua y fertiliza de forma natural el suelo en el que crece. También podemos comprar prendas hechas con ramio, corcho, hongos, hojas de piña, piel de manzana, cactus nopales, caucho natural… Ojo con el bambú, es importante distinguir entre el que cumple las regulaciones medioambientales y el plantado tras talas de bosques antiguos

+ Buena elección: Fibras semisintéticas con bajo impacto ambiental. La más habitual es el lyocell, que debe estar producido con eucaliptos de bosques con certificaciones FSC y PEFC. La viscosa, el modal y el cupro implican tratamientos algo más tóxicos

+ Buena elección: El econyl, un tipo de nylon 100 % regenerado (creado por la empresa Aquafil) hecho con residuos como redes de pesca o alfombras de congresos

+ Buena elección, pero con muchísimo cuidado: Fibras de origen animal conejo, alpaca, camello, vicuña, yak), siempre que provengan de una granja con un trato respetuoso al animal. La lana orgánica certificada se relaciona con prácticas milenarias valiosísimas como la trashumancia, un tipo de pastoreo migratorio en peligro de extinción

+ Mala elección: Algodón. Porque requiere muchísima agua, pesticidas y fertilizantes. El orgánico prescinde de productos químicos nocivos, pero sigue siendo un cultivo sediento. Es mejor optar por el reciclado, que ahorra agua y energía

+ Mala elección: Lanas sin certificar. No solo por el injustificable maltrato animal con la cría intensiva (consejo: no busquéis la palabra “mulesing” en Google Imágenes), sino por la emisión de gas metano y el sobrepastoreo: la vegetación no tiene tiempo suficiente para volver a crecer, el suelo se debilita y es vulnerable a la erosión

+ Mala elección: Fibras sintéticas. La principal es el poliéster; el 52 % del total de las prendas mundiales están hechas con este derivado del petróleo. Requiere de mucha energía para su producción, libera toxinas, desprende microfibras al lavarse y no es biodegradable. Lo mismo ocurre con el nylon, la lycra, las aramidas, las clorofibras… Con mucha frecuencia se mezclan en la prenda con otras materias como el algodón, imposibilitando su reciclaje. Empresas como Worn Again Technologies estudian cómo separar y descontaminar cada componente

+ Busquemos si la prenda tiene alguna certificación oficial. Las certificaciones son normativas con un reconocimiento internacional que estipulan directrices para las buenas prácticas de las empresas, inspeccionadas periódicamente para comprobar que mantienen los criterios. Lo ideal sería que existiera una universal estandarizada, pero no la hay. Su veracidad no es completa, pero son la solución menos mala. Si la prenda que compramos lleva alguno de los siguientes sellos (hay muchos más, pero estos son los más comunes) es más probable que la marca siga buenas prácticas: GOTS, Oeko-Tex, NFS, Cradle to Cradle, Sustainable Fiber Alliance, Bluesign, Eco Wool, Global Recycled Standard, PETA-Approved, Regenerative Organic Certification, Ecolabel, Fair Trade, Nest, Fur Free Retailer, The Better Cotton Standard… Y no olvidemos que hay muchas marcas pequeñas y responsables que no pueden pagarse certificaciones y que sin embargo trabajan bien

+ La pregunta final del millón: ¿podemos fiarnos al 100% de la etiqueta? En 2019 la organización holandesa Circle Economy analizó diez mil prendas, y en un escandaloso 41 % de los casos lo escrito no coincidía con lo analizado. Las inexactitudes más grandes tenían lugar en las prendas multifibras, especialmente en la combinación algodón + poliéster (la más usada en la moda)

+ Conclusión: Para comprar bien hay que ser desconfiado, curioso y concienzudo, y no tener ninguna prisa ni manía en preguntar y averiguar. Si uno cree que no es cosa suya o que no tiene tiempo, va a ser engañado con frecuencia. Ojalá las leyes y restricciones velasen por nosotros, pero de momento no es así. Como compradores no nos podemos permitir el lujo de ser vagos.